¿Te sientes a menudo ofendid@ por los otros?
¿Cómo reaccionas ante las ofensas?
¿Te enfadas, te invade la ira?
Si es así, tienes una dependencia excesiva por la aprobación de los otros, de tu herencia biológica, de tus circunstancias, de tu suerte. Y piensas y actúas, y tu bienestar, tu felicidad están directamente relacionados con ‘el que dirán’.
Y hace tiempo que has llegado a la conclusión:
‘Yo no puedo hacer nada para cambiar mi destino’ ‘Yo soy así’
Estás funcionando en modo automático. Creaste o copiaste en su momento, en un tiempo pasado, en unas circunstancias determinadas, unos modelos de respuesta automáticos, y permaneces en ellos. Eres cautiv@ de ellos, aunque no sean los mismos tiempos, ni las mismas circunstancias. Tu mapa mental, con el que accedes todos los días a tu mundo es reactivo:
Entrada de ESTÍMULOS, respuestas a los mismos REACTIVAS, nunca es tu decisión.
- Determinismo genético. La culpa de todo lo que te ocurre es tu herencia genética, todo depende de tu ADN. Ya estaba todo escrito al nacer. Poco puedes hacer para cambiar tu situación actual.
- Determinismo psíquico. La culpa de todo es de la educación recibida. Tus padres te trasladaron unas creencias y unas estructuras mentales, unos modelos de conducta y ahora es prácticamente imposible cambiar. Tus secuestros emocionales dependen de lo que transmitieron.
- Determinismo ambiental. La culpa es de las circunstancias y de los otros, donde nací y me crie marcan mi destino. Tú sólo puedes adaptarte y aceptar sin rechistar. Cambiar las cosas no depende de ti. Lo dejas en manos de otros.
Y claro ante tanto determinismo, tanta impotencia, tan poca libertad, sólo hay una posible respuesta: Cuando te encuentras acorralad@, sin respuestas, sin libertad, sin significado a tu vida, cuando te han herido bastante…
te proteges con el enfado, la rabia, la ira,
y entonces no dejas que nadie se acerque a tu último rincón que te sientes protegid@, ‘tu yo’.
Cambia esta situación. No tiene porque ser siempre así. Ese círculo vicioso de cargarse, explotar, liberarse y vuelta a empezar. El enfado no tiene porque repetirse hasta el infinito.
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