El testimonio de las mujeres es ver lo de fuera desde dentro. Si hay una característica que pueda diferenciar el discurso de la mujer, es ese encuadre. “Carmen Martín Gaite
Siempre ha sido difícil ser mujer, pero en estos tiempos donde la realidad se ha convertido en liquida, y donde el cambio se inserta en cada pequeño rincón de vida, ser mujer casi que se ha convertido en una misión imposible. Donde se exige lo máximo a nivel personal, a nivel profesional; a modo existencial… heroínas de la vida…en unos tiempos de metamorfosis…
Comprendida por pocos, amada por menos, la poesía nos aporta ese significado de vida, nos aporta esa explicación que la mente no encuentra; para entender lo difícil que es encontrar en rumbo como mujer de un momento en que todo se transforma sino se derrumba que mejor que acercarse a este poema del poemario de,
‘Las flores del mal’ de Charles Baudelaire.
Mujeres condenadas.
Como un rebaño pensativo sobre la arena acostadas,
entornan los ojos hacia el horizonte marino,
y sus pies que se buscan y sus manos enlazadas
tienen dulces languideces, amargos escalofríos.
Unas, corazones que aman las largas confidencias,
en el corazón de los bosques y junto a los arroyos,
deletrean el amor de las tímidas infancias
y marcan en el tronco los jóvenes arbolillos;
Otras, como hermanas, andan lentas, graves,
a través de las rocas llenas de apariciones,
donde san Antonio vio surgir como lavas,
desnudo el seno, a sus purpúreas tentaciones.
Las hay que a la lumbre de resinas goteantes,
en el hueco mudo de los viejos antros paganos,
te llaman en socorro de sus fiebres aullantes,
¡oh Baco, adormecedor de viejos remordimientos!
Y otras, cuya garganta gusta de escapularios,
que, ocultando un látigo bajo sus largos vestidos,
mezclan en la noche oscura y los bosques solitarios
espuma del placer y lágrimas de la tortura.
¡Oh vírgenes, oh demonios, oh monstruos, oh mártires!,
grandes espíritus negadores de la realidad,
buscadores de lo infinito, devotos y sátiros,
ora llenos de furor, ora llenos de llanto,
Vosotras, a las que en vuestro infierno mi alma os ha seguido,
pobres hermanas, os amo tanto como os compadezco
por vuestras dolorosas tristezas, vuestra sed no saciada,
y las urnas de amor que llenan vuestro corazón.
La intuición de una mujer es más precisa que la certeza de un hombre.” Rudyard Kipling
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