No sé cuándo. No sé dónde. Pero iba caminando, creía con un rumbo determinado, creía que iba a un lugar concreto. Pero de pronto me paré y me di cuenta de que caminaba por caminar, por no parar, por no pensar,
por no darme cuenta de mi realidad…
Y ¡eureka! Me vi rodeado de otros seres humanos, personas sin nombre, y sin cara que recordar al cabo de unos instantes.
Entonces me di cuenta de mi soledad, aquella soledad no elegida, aquella soledad que enfría el alma y acartona el corazón. Y entendí de sopetón lo más importante que aporta el amor: la compañía, el compartir, el no sentirse solo, el poder escuchar el silencio de vez en cuando. Y sentir la felicidad.
Y recuerda para encontrar el amor hay una fórmula muy sencilla:
Abre las puertas, ya sé, chirriarán, y el primer aire, viento que entre te asustará, y…
¡Déjate querer! Así de sencillo.
Notas para la reflexión del libro de Andrés Neuman ‘Hacerse el muerto’.
‘JOVEN delgado, casi tímido, sintiéndose solo, gustando de Internet y la videoconsola, busca chica para que lo sea’.
‘CONCHI, 56 años, divorciada, soñadora, rellenita, 1.60, rubia a su manera, creyendo en el amor pero faltándole.’
‘CATEDRÁTICO en edad experta, lector ávido, poliglota, persevera con denuedo en eventual hallazgo de Afrodita, nínfula o similar con la que transcender la mera pernoctación. No tardes, nena.’
‘MUJER casada, aburrida, con ganas de salir, busco compañero divertido, con buena planta, no demasiado alto, 45-55 años, para mi marido.’
‘VICTORIA. Sana, alegre, roquera, ecologista. Busco chica para amistad y posible noviazgo. Abstenerse masculinas, bisexuales y estudiantes de Derecho.’
‘JACINTO, cariñoso, divertido, lleno de curiosidad, 81 añitos, busca relación estable con mujer similar que tenga toda la vida por delante.’
😀
Je, jee…¡ser una persona mejor!
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