Nota: 2º post de agosto, retazo de relatos, ideas, imágenes, todo desestructurado como puede que esté tu ser, reconócelo estos días, usa el coaching personal.
Relato corto ‘para refrescar’ 2. Y casi me ahogo.
Y después un rato tendido en la toalla, o la hamaca, o la esterilla, cada uno tiene su estilo. Notas que la piel te abrasa, y que ya no sabes hacia donde mirar, porque uno, o una es de verdad, de carne y hueso, y claro el mirar aquel cuerpo casi desnudo, despierta las apetencias, y entre la piel ardiente al haber estado expuesto como pollo a l’ast, y el estar a punto de un desprendimiento de retina por forzar la vista, decides darte un baño, ya que solo hace falta tomar la difícil decisión de levantarte y acercarte a la orilla que no es que estés en primera línea de playa, pero tampoco estas donde se perdieron las sandalias. Y te sumerges, y notas esa sensación de frescor en la piel, y notas como se relaja esa libido que se había desbocado… y de repente te viene a la mente un pensamiento fugaz, lo bien que se debía estar en el útero de tu madre antes de nacer, flotando, aislado del mundo, y sin preocupaciones y decisiones que tomar. Y tu mente en una especie de ‘deja vú’ que se precipita hacia el instante mismo que llegaste al mundo, y entonces entiendes porque te pusiste a llorar, más bien a berrear, y de este mismo momento estas soñando en metamorfearte como un delfín que nada en tras de una sardina, o una anchoa que más da.” Vicente López
“Para protegerse del canto de las sirenas, Ulises tapó sus oídos con cera y se hizo encadenar al mástil de la nave. Aunque todo el mundo sabía que este recurso era ineficaz, muchos navegantes podían haber hecho lo mismo, excepto aquellos que eran atraídos por las sirenas ya desde lejos. El canto de las sirenas lo traspasaba todo, la pasión de los seducidos habría hecho saltar prisiones más fuertes que mástiles y cadenas. Ulises no pensó en eso, si bien quizá alguna vez, algo había llegado a sus oídos. Se confió por completo en aquel puñado de cera y en el manojo de cadenas. Contento con sus pequeñas estratagemas, navegó en pos de las sirenas con alegría inocente.” Fragmento ‘El silencio de las sirenas’ de F. Kafka.
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